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PRESENTACION INSTITUCIONAL

sábado, 7 de junio de 2008

Autonomía y estado de salud percibidos en ancianos institucionalizados


GEROKOMOS 2006; 17 (1): 6-23
Rincón científico
COMUNICACIONES

Mª.J. Rojas Ocaña
A. Toronjo Gómez
C. Rodríguez Ponce
J.B. Rodríguez Rodríguez
Departamento de Enfermería, Universidad de Huelva
Correspondencia:
Mª. Jesús Rojas Ocaña
C/ Monsalve, Portal 2ª, Ático C, 21007–Huelva
Tfno.: 959 21 83 37
E-mail: mariaj.rojas@denf.uhu.es
RESUMEN
El ingreso en residencias ha sido denominado
con el concepto de institucionalización, para diferenciarlo
de la atención comunitaria y denotar
su carácter de especialización. Los ancianos válidos
al ingreso en un centro dejan de realizar tareas
por un mecanismo de ajuste de su conducta
a la vez que pueden adoptar una actitud pasiva;
efecto generador de dependencia. Todos los ancianos
al ingresar por primera vez en un centro
geriátrico se someterán a un período de adaptación
y observación establecido en 20 días tras el
cual será valorado por una comisión técnica. En
un estudio anteriormente realizado en la misma
población se pudo constatar, refiriéndonos a la
capacidad funcional traducida en AVD e AIVD
y a la percepción de la salud de los residentes,
durante los primeros 20 días de ingreso (período
de adaptación), que los resultados muestran la
existencia de una relación significativa entre la
autonomía e independencia de un anciano y su
deterioro debido a la institucionalización, a la
vez se deduce que los mayores durante dicho período
de adaptación no sufren cambios significativos
en su percepción de salud por el hecho de
SUMMARY
The admission to a residence has been termed “institutionalization”
in order to differentiate it from community care
and to emphasize its nature as a specialisation. On admission
to a centre, old people who are not invalid cease to perform
certain tasks due to an adjustment process, which can
result in passive behaviour; this in turn creates dependency.
All old people, when enter a geriatric centre for the first
time, undergo a period of adaptation and observation that
lasts 20 days, after which they are evaluated by a technical
committee. In a study previously made in the same population
it was possible to be stated, referring us to the translated
functional capacity in AVD and AIVD and to the perception
of the health of the residents, during the first 20
days of entrance (period of adaptation) that the results show
the existence of a significant relation between the autonomy
and independence of an old person and a its deterioration
due to the institutionalization, simultaneously it is deduced
that the elder during this period of adaptation do not undergo
significant changes in their perception of health by the
fact of the institutionalization, although is certain that this
period is only of 20 days according to the Legislation of the
Social Services in Andalusia and that is not enough time to
demonstrate the changes. Believing necessary a pursuit but
in the long term, we tried to make a second valuation of the
Autonomía y estado de salud
percibidos en ancianos
institucionalizados
Autonomy and health status
perceived by elderly institutionalised
people
13
GEROKOMOS 2006; 17 (1): 6-23
Rojas Ocaña, Mª.J.; Toronjo Gómez, A; Rodríguez Ponce, C; Rodríguez Rodríguez, J.B.: AUTONOMÍA
Y ESTADO DE SALUD PERCIBIDA EN ANCIANOS INSTITUCIONALIZADOS
7 la institucionalización, si bien es cierto que dicho
período es sólo de 20 días según la Legislación
sobre Servicios Sociales en Andalucía y no
hay tiempo suficiente para evidenciar los cambios.
Al creer necesario un seguimiento más a
largo plazo, se pretende hacer una segunda valoración
de los aspectos anteriormente mencionados
y medidos tras pasar un período lo suficientemente
amplio (año y medio) como para poder
constatar si persiste o no el deterioro en la autonomía
e independencia de los mayores para la
realización de actividades de la vida diaria e instrumentales,
así como si se mantiene su percepción
de salud.
Objetivo: Evaluar la influencia que ejerce la institucionalización
en la autonomía de un anciano en el
momento de su ingreso en una residencia geriátrica
de válidos y compararlo con el obtenido tras año y
medio de institucionalización.
Método: Diseño preexperimental con estudio pretest-
postest de un solo grupo en dos momentos diferentes,
es decir, medición previa y posterior a una intervención,
que en este caso sería el tiempo. Variables
dependientes: Grado de Autonomía: Medir la capacidad
del anciano/a referente a actividades cotidianas
mediante el Índice de Barthel, Actividades Básicas de
la Vida Diaria (ABVD) y el de Lawton, Actividades
Instrumentales de la Vida Diaria (AIVD). Variable
Independiente: Ingreso del anciano/a en la Institución.
Es la variable que pueda modificar o no su grado de
autonomía. Variables sociodemográficas: Edad, sexo,
procedencia, estado civil, capacidad adquisitiva, motivo
de ingreso.
Conclusiones: Dentro de una institución el programa
de adaptación del anciano debería tener como
prioridad la adaptación organizativa del centro a las
verdaderas necesidades de los usuarios, no al revés,
implicando en este proceso siempre a la familia… todo
en pro de fomentar en todo momento la autonomía
tanto física como psicológica del anciano.
PALABRAS CLAVE
Institucionalización, dependencia, adaptación.
aspects previously mentioned and measured after passing a
sufficiently ample period (year and a half) like being able
to state if the deterioration persists or not in the autonomy
and independence of the elderly people to perform daily life
and instrumental activities, as well as if their perception of
health stays.
Objective: To evaluate the influence of institutionalisation
on an old person’s autonomy on admittance to a geriatric
residence for non-invalids, and the comparison with their
behaviour after the period of a year and a half of institutionalization.
Methods: A pre-experimental design with a pre- and posttest
study of a single group during two different periods,
that is to say, a measurement before and after of an intervention
which in this case is defined as time. Dependent
variables: Level of Autonomy. To measure the capacity of
an old person in relation to everyday activities using the
Barthel Scale (ABVD) Basic Activities of Daily Life; and
the Lawton Scale (AIVD) Instrumental Activities of Daily
Life. Independent variable: Admission of the old person
into the Institution. This is the variable that could modify,
or otherwise, the level of autonomy. Socio-demographic
variables: Age; sex; background; civil status; acquisitive
capability; reason for admission.
Conclusions: Within the programme of adaptation in an
institution, priority must be given to the organisational
adaptation of the centre to the needs of the users and not the
contrary. The user’s family should be involved as much as
possible in order to preserve the physical and psychological
autonomy of the old person at all times.
KEY WORDS
Institutionalization, dependency, adaptation
INTRODUCCIÓN
Situación actual del envejecimiento poblacional
que justifica el desarrollo de servicios
institucionales
Tomando como referente el espacio Europeo como
contexto sociogeográfico donde las personas mayores
(65 años y más) aumentan de forma significativa y donde
los muy mayores son un colectivo en alza, España
presenta unas cifras que se sitúan alrededor del 16% de
personas que superan los 65 años y donde los más mayores
(80 años y más) suponen casi el 25% del total de
mayores. Este porcentaje seguirá en aumento si tenemos
presente el aumento de la esperanza de vida. Si se
mantienen las pautas de mortalidad, este grupo, de los
más mayores supondrán a mediados de siglo, cerca del
30% del conjunto de los mayores de 65 años (1). Es en
este grupo donde se prevé un crecimiento superior al
resto, donde el problema es más significativo y donde
se pone de manifiesto evidencias del desgaste que sufren
las actuales políticas sociales. Tener un buen nivel
de salud significa para ellos capacidad para llevar con
normalidad la vida cotidiana. Éste es elemento decisivo
para sentirse bien, un recurso que les permite acceder
a otros recursos.
Por el contrario, la mala salud se relaciona con pérdidas
de energías, limitación para mantener la independencia
respecto a otros. Como síntesis, se observa
que indicadores como edad avanzada, vivir solo/a y la
presencia de patologías degenerativas con carácter invalidante,
son predictores de la dependencia que presentarán
esos grupos y que la dependencia es un problema
que demanda recursos en todos los espacios
—institución pública, familia…— además del desgaste
de recursos humanos que provoca.
La dependencia en relación a los procesos
de envejecimiento
La dependencia se identifica en relación a la autonomía
que presenta la persona para atender sus necesidades
cotidianas (asearse, comer, utilizar el teléfono…).
Lo que se denomina autonomía para responder a las actividades
básicas de la vida diaria (ABVD) o actividades
instrumentales de la vida diaria (AIVD). La literatura
nos aporta información amplia en este sentido. Se
identifica la dependencia de forma operativa en la que
se detecta la relación de actividades (ABVD o AIVD) a
las que el sujeto no puede responder de forma óptima.
Aunque la detección de la dependencia se puede operativizar,
como se ha comentado anteriormente, los resultados
de diferentes estudios ponen de manifiesto que
la autopercepción medida a través de indicadores subjetivos
de calidad de vida presenta una puntuación sensiblemente
más elevada que la de los indicadores objetivos
(2). Esta autopercepción tiene un peso significativo
respecto a los procesos de dependencia. Los sujetos
que se perciben con pérdidas tienden a manifestar
esta percepción en indicadores operativos de su capacidad
funcional (ABVD o AIVD).
En relación a la diferencia entre hombres y mujeres
y la dependencia, las diferencias en la percepción del estado
de salud de los varones y mujeres en la última etapa
de la vida, se observa percepción de mala salud en
las mujeres y aparecen como factores explicativos el número
de enfermedades crónicas, el padecer discapacidades
y pertenecer a la clase social más desfavorecida.
El impacto del padecimiento de enfermedades crónicas
en relación con la percepción de mala salud disminuye
en la medida que los grupos son de mayor edad (3).
La institucionalización y su repercusión
en la autonomía de la persona mayor
Los centros de atención residencial son necesarios,
pues constituyen una respuesta adecuada a los problemas
de las personas de edad avanzada que viven solas,
no tienen soporte familiar, o que de forma deliberada
deciden irse a un centro, porque prefiere vivir en un entorno
de esas características. En cualquier caso, como
ya se ha comentado con anterioridad y desde un punto
de vista general, la institucionalización debería ser el
último recurso, ya que se identifica como uno de los
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Y ESTADO DE SALUD PERCIBIDA EN ANCIANOS INSTITUCIONALIZADOS
factores que actúan en la disminución
de autonomía de
la persona mayor. Aquellos a
los que las circunstancias han
obligado a vivir en los centros
residenciales se ven obligados
a compartir su vida
con personas desconocidas,
a adaptarse a horarios hábitos
y dietas extrañas… tienen
más posibilidades de enfermar
(4, 5). Las personas mayores
institucionalizadas sufren
lo que se denomina “las
pérdidas asociadas a su envejecimiento”.
Se sienten perdidos en un entorno que no
dominan, se destruyen sus relaciones personales, que ha
mantenido a lo largo de su vida. También se olvida la
competencia y la historia personal.
Es obvio que estos riesgos no se producen en la totalidad
de la población mayor institucionalizada. El estado
de salud de los residentes es muy heterogéneo. El
descenso de la capacidad funcional en este grupo de
mayores probablemente sea debido a una etiología multifactorial
acumulativa e interactiva; por un lado, debido
a los efectos de la propia enfermedad, al efecto
descondicionante que produce el reposo en la cama y
la inmovilidad de estos pacientes frágiles, pero sobre
todo al clima y las carencias que provoca la propia institución.
La institucionalización es un motivo de vulnerabilidad
para el mayor. La persona pierde la capacidad
para lograr retener el control de su propia vida,
la capacidad de decidir en cualquier aspecto de la vida
cotidiana. En teoría la institución debería ser la alternativa
al domicilio. Es decir, debería ser ese espacio
donde la persona mayor podría ir adquiriendo identidad,
donde podría tomar sus decisiones y seguir desempeñando
sus propios cuidados (ABVD y AIVD) en
función de sus peculiaridades individuales. Merece la
pena destacar otros aspectos más centrados en la adaptación
que Goffman (6) describe acertadamente, como
pueden ser todos aquellos centrados en los mecanismos
reguladores de tipo adaptativo que se implementan
en estas situaciones.
A veces estos mecanismos reguladores actúan de forma
perversa, en las que la persona mayor identifica los
recursos que le ofrece la institución como un mecanismo
de compensación a las carencias que ha vivido, lo
cual le lleva a “dejar de hacer”. El mayor se “adapta al
sistema” dejando de hacer todas aquellas actividades cotidianas
que hasta el momento de su ingreso cubría en
su domicilio (7). Esta práctica actúa negativamente a
medio y largo plazo en su propia percepción de salud.
¿Qué es el período de adaptación?
El período de adaptación y observación queda ampliamente
descrito en la Legislación sobre Servicios Sociales
de Andalucía en sus Arts. 12 y 13 en los que expresa:
Que todos los beneficiarios, al ingresar por primera
vez en un centro, habrán de someterse a un período
de Adaptación. Dicho período tendrá en las Residencias
de la tercera edad una duración de veinte
días, que podrá ser ampliado hasta un máximo de
otros veinte días. En cada centro se constituirá una
Comisión Técnica de Valoración, que tendrá la finalidad
de comprobar si los beneficiarios reúnen las
condicionas indispensables para la convivencia normal
en el mismo (8).
Desde el punto de vista organizativo, algunos autores
(9) identifican una serie de variables como predictoras
de prácticas restrictivas en las instituciones; una
preparación deficiente del personal, una mala racionalización
del trabajo o una dirección inadecuada actuarán
de forma muy potente en la institución. Con el agravante
de que la responsabilidad individual en el fenómeno
no se identifica y se traslada esta responsabilidad
a la institución como ente abstracto. La estructura física
y organizativa de las instituciones se convierte en armazones
que actúan de forma agresiva aumentando la
dependencia. En un estudio anteriormente realizado en
la misma población se pudo constatar, refiriéndonos a
la capacidad funcional traducida en AVD e AIVD y a
la percepción de la salud de los residentes, durante los
primeros 20 días de ingreso (período de adaptación)
que los resultados muestran la existencia de una relación
significativa entre la autonomía e independencia
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de un anciano y su deterioro debido a la institucionalización,
a la vez se deduce que los mayores durante dicho
período de adaptación no sufren cambios significativos
en su percepción de salud por el hecho de la institucionalización,
si bien es cierto que dicho período es
sólo de 20 días según la Legislación sobre Servicios Sociales
en Andalucía y no hay tiempo suficiente para evidenciar
los cambios.
Al creer necesario un seguimiento más a largo plazo,
se pretende hacer una segunda valoración de los aspectos
anteriormente mencionados y medidos tras pasar
un período lo suficientemente amplio (año y medio)
como para poder constatar si persiste o no el deterioro
en la autonomía e independencia de los mayores
para la realización de actividades e la vida diaria e instrumentales,
así como si se mantiene su percepción de
salud.
OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN
Objetivo general
Evaluar la influencia que ejerce la institucionalización
sobre la percepción de salud y autonomía de un
anciano.
Objetivos específicos
Conocer la percepción de salud y el grado de autonomía
de un anciano tras año y medio de su ingreso en
una residencia geriátrica de válidos y analizar las diferencias
y/o coincidencias con la valoración realizada en
el estudio anterior, el cual tuvo lugar 20 días después
de ingresar, justo cuando finaliza el período de adaptación,
y el realizado actualmente, 18 meses después del
ingreso en la institución.
MATERIAL Y MÉTODO
Sujetos de estudio
La muestra se compone de todos los mayores que ingresaron
en la “Residencia Mixta de Pensionistas” de Huelva
durante el período de tiempo comprendido entre 1 de
enero y el 30 de abril de 2002, y formaron parte del estudio
anterior, (evolución de la autonomía y de la percepción
de salud por el hecho de ingresar en una institución
medidas antes y después de los 20 primeros días de
ingreso y durante el período de estudio sólo ingresaron
20 residentes). En el estudio actual se excluye a un residente
varón por muerte durante los 18 meses posteriores
a su ingreso, obteniendo una población compuesta por
19 mayores. Todos son considerados como mayores válidos
a la hora de ingresar, criterio entre otros que deben
cumplir para ser admitidos como residentes, además de:
• Ser pensionista de la seguridad social o asimilado.
• Tener 60 años cumplidos.
• No padecer enfermedad que requiera la atención
imprescindible en el centro hospitalario, o cuyas
características puedan alterar la normal convivencia
en el centro.
• No haber sido sancionado con expulsión definitiva
de un centro publico o similar.
Criterios de inclusión
Todos aquellos mayores que participaron en el estudio
anterior, año y medio anterior, eran válidos y mayores de
60 años, según propio criterio de ingreso en la residencia
de estudio, cuyo ingreso estuviese comprendido entre enero
y abril de 2002. No hay exclusiones por motivo de ingreso
o incluso por procedencia (otras residencias).
Criterios de exclusión
Sólo aquellos mayores que aun estando en el período
anteriormente mencionado no accedan a someterse
a estudio.
Descripción de la institución
La Residencia Mixta de Pensionistas de Huelva, es
de carácter público y dependiente de la Consejería de
Asuntos Sociales de la Junta de Andalucía. Este centro
fue fundado como residencia de válidos hasta el año
1988 en la que se transforma una de las plantas en asistidos.
Su capacidad es de 48 plazas de asistidos y 102
de válidos, si bien conviene señalar que las plazas de
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asistidos se ocupan con los propios residentes que van
invalidándose, pues una de los criterios de inclusión
mencionado anteriormente es ser válido.
Para determinar la validez de un anciano en concreto
ingresado en el centro se utiliza la Escala de la Cruz
Roja de Incapacidad Física y Mental. Se aplica a los nuevos
ingresos y periódicamente a todos los residentes. Para
ingresar o permanecer en las plantas de válidos, las patologías
que presenten los mayores no deben determinar
su confinamiento en cama o silla de ruedas y permitir el
desempeño de todas las tareas básicas de aseo personal,
autoalimentación, de ambulación y convivencia.
Diseño
En el estudio actual se ha utilizado este ultimo tipo
de diseño cuasiexperimental, el de series temporales interrumpidas,
es decir observaciones repetidas de una o
varias variables, con el fin de analizar el efecto que produjo
en ellas una intervención tanto sea de forma natural
(el tiempo) como inducida por el investigador. En un
primer momento se realizó un estudio previo en el que
se midieron unas variables en un solo grupo en dos momentos
diferentes, es decir, medición previa y posterior
a una intervención, que en este caso fue el tiempo. El estudio
se basó en una primera medición, a continuación
se introdujo la modificación (la institucionalización durante
el tiempo de adaptación) y después se realizó una
segunda medición. En la actualidad se ha seguido el estudio
realizando una tercera observación, dieciocho meses
después del período de adaptación (Fig. 1).
Variables e instrumentos
Variables dependientes
1. Percepción de Salud: La valoración del estado de salud
del propio individuo viene condicionada por las enfermedades
reales padecidas y por sus características personales
(sexo, edad, estado civil, familia e instrucción),
socioeconómicas (ingresos y estatus social) o incluso residenciales
(tipo y tamaño de hábitat y grado de satisfacción
residencial con la propia casa y el entorno). La
percepción del propio estado de salud también es conocida
como salud subjetiva para diferenciarla de los
problemas de salud objetiva, enfermedades diagnosticadas
y dolencias padecidas y declaradas. En nuestro estudio
se va a utilizar para la medición de dicha variable
un Instrumento de valoración destinado a medir el estado
funcional del sujeto, las Láminas de Coop-Wonca
que se describen posteriormente. Está compuesto de
seis láminas fijas y una opcional (relativa al dolor) que
serán administradas a los sujetos objeto de estudio siempre
en el mismo orden:
• Capacidad física
• Sentimiento
• Actividades diarias
• Actividades sociales
• Cambio de salud
• Salud global
• Dolor
2. Grado de Autonomía: Mediante la variable Grado
de autonomía se pretende medir la capacidad funcional
en cuanto autonomía o dependencia que presenta
el anciano/a referente a actividades cotidianas.
Según la publicación de la OMS, Aspecto de la salud
pública en los mayores y en la población del año 1959,
como mejor se mide la salud en los mayores es en términos
de función. La metodología de la valoración funcional
se realiza a través de diversas medidas y escalas,
las utilizadas en este estudio como se describen ampliamente
en el apartado de instrumentos son dos:
• Índice de Barthel: Permite medir la dependencia
o independencia del anciano en la realización de
actividades básicas de la vida diaria (ABVD).
• Índice de Lawton: Valora su dependencia o independencia
en la realización de actividades instrumentales
de la vida diaria (AIVD).
El primero de ellos, el Índice de Barthel lo forman
diez AVDB:
• Comer
• Trasladarse entre la silla y la cama
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P. de adaptación
(20 días) 18 meses después
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Fig. 1. Esquema del diseño del estudio.
• Aseo personal
• Uso del retrete
• Bañarse/ducharse
• Desplazarse
• Subir/bajar escaleras
• Vestirse/desvestirse
• Control de heces
• Control de orina
La puntuación de cada actividad se realiza de forma
ponderada según importancia, tal y como se desarrolla
posteriormente en el apartado Instrumentos. El rango
global variará entre 0 (completamente dependiente) y
100 (completamente independiente) (10, 11).
El segundo instrumento seleccionado, el Índice de
Lawton, permitirá medir el grado de autonomía del anciano
para las siguientes actividades instrumentales.
Consta de 8 ítems que valorarán:
• Utilizar teléfono
• Realizar compras
• Preparar comidas
• Realizar tareas domésticas
• Utilizar transportes
• Responsabilidad en la toma de medicamentos
• Capacidad para manejar dinero
Cada ítem tiene cuatro posibles respuestas a las que se
les asigna un valor 1 ó 0, en éste caso el entrevistador (investigadora)
será el encargado de seleccionar una de las
posibles respuestas de cada ítem en función de su observación
y de los datos aportados por el anciano (12, 13).
Variable independiente
Ingreso del anciano/a en la institución: institucionalización.
Se ha considerado que es precisamente el hecho de estar ingresado
en una Institución la variable que pueda modificar
o no las diferentes esferas estudiadas que rodean al anciano,
su percepción de salud y su grado de autonomía. De ahí que
se haya tomado como valores comparativos los que se obtuvieron
en el período de adaptación (20 días de ingreso) y
tras permanecer en la Institución 18 meses.
Variables sociodemográficas
Las variables contempladas son:
1. Edad. En el estudio se establecen 4 grupos etarios:
• 65-69 años
• 70-74 años
• 75-79 años
• 80 ó más
2. Sexo. Los grupos de sexo establecidos son:
• Hombre
• Mujer
3. Estado civil. Los grupos de estado civil establecidos
en el estudio son:
• Soltero
• Casado
• Viudo
• Separado
4. Procedencia. En el estudio además de contemplar
el ámbito rural y el urbano, hemos tenido en cuenta
el hecho de venir de otra institución o que su
procedencia sea la indigencia, quedando los siguientes
grupos:
• Ámbito urbano
• Ámbito rural
• Otra institución
• Indigente
5. Situación de convivencia. Se realizó mediante la pregunta
¿Vive usted solo/a?
6. Motivo de Ingreso. Tras revisar un gran número
de estudios donde se establecen posibles causas
de ingreso o institucionalización de un anciano
se consideró como más relevantes los siguientes:
• Necesidad de cuidados por parte del anciano/a
• Soledad
• Conflictos familiares
• Muerte del cónyuge
• Urgencia social
• Otros
7. Nivel de estudios. Los grupos en los que hemos dividido
dicha variable son:
• No sabe leer
• Sabe leer y escribir
• Estudios primarios
• Estudios secundarios
• Estudios superiores
8. Ingresos económicos. Los grupos definidos en el estudio
son:
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• Ingresos mensuales menores a 300 € (50.000
ptas.)
• Ingresos mensuales de 300 € (50.000 ptas.) a
600 € (100.000 ptas.)
• Ingresos mensuales de 600 € (100.000 ptas.) a
900 € (150.000 ptas.)
• Ingresos mensuales mayores de 900 € (150.000
ptas.)
Análisis de datos
El análisis estadístico se realizó mediante el programa
Epi-info 6.0 para la descripción de las variables sociodemográficas
en la población de estudio y SPSS V.10
para Windows en el caso de calcular medias y significación
estadística. El test aplicado ha sido el test no paramétrico
o de libre distribución de medias de muestras
apareadas (test de Wilcoxon), al no cumplirse las
condiciones de distribución normal y ser la muestra obtenida
menor de 30. Éste es denominado también test
de rango con signos, pues las diferencias entre las dos
mediciones de una misma población en momentos diferentes
pueden ser positivas o negativas. Para comparar
dos proporciones resultantes de las variables dependientes
20 días después del ingreso en el centro y tras
un período de año y medio, se utilizó el test de McNemman
para muestras apareadas. En todos los casos se consideró
significativo los niveles de probabilidad inferiores
a 0,05. La representación gráfica se realizó mediante
el paquete Office 2000 con Excell y el programa estadístico
SPSS V.11.5.
RESULTADOS
Las características generales de la población estudiada
referente a las variables sociodemográficas quedan
reflejadas en la Tabla 1. El 42,1% de los residentes
objeto de estudio tiene entre 75 y 79 años, otro 42,1%
tiene más de 80 y sólo un 15,8% presenta una edad
comprendida entre los 70 y 74, no existiendo ningún
residente del grupo analizado menor de 70 años. La proporción
de hombres y mujeres en cuanto al sexo sigue
siendo favorable al sector masculino, con un 63,2%
frente a un 36,8%. Cabe mencionar que en un 63,2%
de los casos su procedencia es del ámbito urbano, mientras
que en un 31,6% vienen derivados de otra institución.
En cuanto a la variable vivir sólo, más de la mitad,
un 58%, responde afirmativamente, sin estar incluidos
en estos los que vivían en otra residencia. Referente
al estado civil la gran mayoría son viudos/as 73,7%
(Fig. 2) de los cuales si cruzamos con la variable sexo
obtenemos que un 85,71% de estos son mujeres, esgrimiendo
como motivo en el momento de su ingreso,
necesitar cuidados un 26,3%, de los cuales un 80% son
hombres, mientras que un 21,1% decía sentirse sólo.
La situación funcional o grado de autonomía medida
una vez transcurridos los primeros 20 días de ingreso
correspondientes al período de adaptación, mediante el
Índice de Barthel (actividades básicas de la vida diaria,
ABVD) refleja una media obtenida de 92,36 puntos
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Tabla 1. Variables sociodemográficas
Variables Frecuencias Porcentajes
Edad 70-74 3 15,8
75-79 8 42,1
> 80 8 42,1
Sexo Hombre 12 63,2
Mujer 7 36,8
Estado civil Separado 1 5,3
Soltero 4 21,1
Viudo 14 73,7
Procedencia Indigente 1 5,3
Otra institución 6 31,6
Urbano 12 63,2
¿Vivía solo? No 8 42,1
Sí 11 57,9
Motivo Necesidad
de ingreso de cuidados 5 26,3
Problemas 3 15,8
con familia
Soledad 4 21,1
Urgencia 1 5,3
social
Otros 6 31,6
Nivel Lee y escribe 7 36,8
de estudios No lee 7 36,8
Primarios 5 26,3
Ingresos < 300 2 10,5
300-600 15 78,9
> 600 2 10,5
con una DE: 6,3 en una puntuación total del índice de
100 (Tabla 2); cabe la pena recordar que al ingreso todos
los residentes deben ser válidos. En este momento
de la medición el 36,8% presentaban total independencia
(100 en la escala) y el resto de los sujetos oscilaban
entre una puntuación en dicha escala de 85 y 90.
La actividad de la vida diaria en la que presentan mayor
dependencia es “subir y bajar escaleras”: un 36,8%
de los residentes requieren ayuda para la realización de
esta actividad y un 21% son totalmente dependientes.
Sin embargo, tras 18 meses de ingreso la media obtenida
en dicho índice disminuyó, obteniéndose un valor
de 84,21 con DE: 9,89 (Tabla 2), llegando a una
puntuación total mínima de 65 en el 10,5% de los casos,
clasificándolos de dependencia leve, situación no
acontecida en ningún caso en la medición anterior. En
las Tabla 3 y Tabla 4 se puede observar más detalladamente
las puntuaciones globales alcanzadas por los residentes
estudiados en ambos momentos de la medición.
La actividad más afectada sigue siendo el “subir y
bajar escaleras” empeorando la situación, ya que en este
momento cronológico aparece sólo un 21,1% de los
sujetos con independencia total, el resto necesita ayuda
en un 26,3% y más de la mitad (52,6%) es dependiente
para esta actividad (Fig. 3). Otras de las actividades
que ha sufrido un deterioro desde el punto de vista
cuantitativo en la segunda medición de la escala es la
de “deambulación”, cifrándose éste en un 21,1% de residentes,
que pasan de ser totalmente independientes a
necesitar ayuda quedando este intervalo de la escala en
el 73,7% de sujetos con manifestaciones de precisar ayuda.
Las actividades de comer, lavarse, vestirse y arreglarse
no han sufrido cambios, estando todos los sujetos del
estudio dentro del rango de total independencia. En el
test de comparación de medias de muestras apareadas
la diferencia de rangos nos da una p= 0,002, siendo estadísticamente
significativa, con lo que se objetiva un
deterioro en la autonomía del residente para realizar actividades
básicas de la vida diaria tras un período de 18
meses de institucionalización. Resulta muy significati-
20 14
GEROKOMOS 2006; 17 (1): 6-23
Rojas Ocaña, Mª.J.; Toronjo Gómez, A; Rodríguez Ponce, C; Rodríguez Rodríguez, J.B.: AUTONOMÍA
Y ESTADO DE SALUD PERCIBIDA EN ANCIANOS INSTITUCIONALIZADOS
8,33
0
25
14,28
66,64
85,76
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
Separado/as Soltero/as Viudo/as
% de hombres
% de mujeres
Fig. 2. Sexo y estado civil.
Tabla 2. Estadísticos descriptivos
del Índice de Barthel
N Mínimo Máximo Media Desv.
típ.
Barthel
(momento 1) 19 85,00 100,00 92,3684 6,31762
Barthel
(momento 2) 19 65,00 100,00 84,2105 9,89713
N válido 19
Tabla 3. Barthel A (momento uno)
Frecuencia Porcentaje Porcentaje
acumulado
Válidos 85,00 5 26,3 26,3
90,00 7 36,8 63,2
100,00 7 36,8 100,0
Total 19 100,0
Tabla 4. Barthel B (momento dos)
Frecuencia Porcentaje Porcentaje
acumulado
Válidos 65,00 2 10,5 10,5
70,00 1 5,3 15,8
75,00 1 5,3 21,1
80,00 1 5,3 26,3
85,00 8 42,1 68,4
90,00 3 15,8 84,2
95,00 1 5,3 89,5
100,00 2 10,5 100,0
Total 19 100,0
vo en los datos obtenidos mediante el Índice de Lawton
como referente del grado de autonomía para la realización
de actividades instrumentales de la vida diaria
que los residentes en la primera medición, una vez
finalizado el período de adaptación al centro residencial,
presentaban un valor medio de dependencia para
la realización de estas actividades de 3,57 puntos con
una desviación típica de 1,16 mientras que transcurridos
18 meses de institucionalización aquel bajó hasta
los 2,31 y la desviación típica a 1,05, reflejándose por
tanto un notable aumento en la dependencia de los mayores
para estas actividades. Reseñar también que aunque
en el momento uno (medición tras período de adaptación)
ya no se encontró a ningún residente con total
independencia para las AIVD y que un 100% necesitaba
algún tipo de ayuda, en la segunda medición el
100% de los residentes siguen necesitando ayuda, aumentando
en un 15,8% su dependencia, es decir, necesitan
más ayuda. En el test de comparación de medias
de muestras apareadas encontramos significación
estadística, p< 0,001, con lo que se objetiva un deterioro
en la autonomía del residente para realizar actividades
instrumentales tras su institucionalización.
Detallando algo más esta comparación de medias
mediante el test de Wilcoxon hemos de reseñar que de
los 19 valores comparados, 15 de estos rangos (medias)
fueron negativos, 4 empates y ninguno positivo, sirviendo
esto para fortalecer la idea de la significación estadística
que presentan ambos resultados (el obtenido
tras el período de adaptación [20 días] y el que se obtuvo
tras 18 meses de institucionalización) (Tabla 5).
Analizando cada actividad instrumental según Lawton,
obtenemos lo siguiente:
En el ítem “Capacidad para utilizar el dinero” en el
momento uno, la totalidad de los residentes no precisaban
ayuda para llevar sus cuentas; sin embargo, tras
18 meses de ingreso el porcentaje de residentes totalmente
independiente para manejar el dinero disminuyó
hasta el 84,2%, respondiendo el 15,8% restante la
opción de “necesitar ayuda o incapacidad para manejarlo”.
En “La responsabilidad sobre la medicación”, es
el ítem donde se ha encontrado el mayor deterioro de
la independencia, en un primer momento se encontró
que casi la mitad (47,4%) no precisaba ayuda para tomar
correctamente la medicación; en una segunda medición,
el 100% de los residentes estudiados refieren
que “necesitan que la medicación le sea preparada” o
“no son capaces de responsabilizarse de la misma”. Debido
a que el residente no se encuentra en su propio hogar,
el grado de responsabilidad en cuanto a la medicación
disminuye considerablemente, puesto que dentro
de las normas de la Institución, la realización de esta tarea
compete a personal sanitario del propio centro.
Las actividades instrumentales “lavado de la ropa” y
“Uso de medios de transporte” han disminuido en su
medición tras 18 meses de ingreso en un 21,1%.
En general todas han sufrido un deterioro de autonomía,
salvo en “la preparación de la comida”, en la cual
eran totalmente dependientes tanto en el momento uno
como en el momento dos, situación lógica como con-
15 21
GEROKOMOS 2006; 17 (1): 6-23
Rojas Ocaña, Mª.J.; Toronjo Gómez, A; Rodríguez Ponce, C; Rodríguez Rodríguez, J.B.: AUTONOMÍA
Y ESTADO DE SALUD PERCIBIDA EN ANCIANOS INSTITUCIONALIZADOS
42,1
36,8
21,1
21,1
26,3
52,6
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
Independiente Necesita ayuda Dependiente
% Barthel (momento 1)
% Barthel (momento 2)
Fig. 3. Índice de Barthel: actividad “subir/bajar escaleras”.
Tabla. 5 Rangos del Índice de Lawton
Lawton M2 – Lawton M1 N
Rangos negativos 15a
Rangos positivos 0b
Empates 4c
Total 19
aLawton M2 < Lawton M1.
bLawton M2 > Lawton M1.
cLawton M2 = Lawton M1.
secuencia de las normas de la institución dado que no
permiten la preparación de comidas en las habitaciones,
aunque tengan la capacidad funcional para realizarla.
En la Fig. 4, quedan reflejado los niveles de dependencia
para cada actividad. A continuación se desarrollan
los resultados obtenidos del instrumento capaz
de medir el estado funcional de las diferentes dimensiones
de calidad de vida, tales como estado de salud del
sujeto, actividades físicas, sociales, etc., llamado láminas
de Wonca.
La puntuación media tras preguntar a los mayores
en el momento uno fue de 20,57 presentando una DE:
2,36. Al compararla con el dato que surge después de
cuestionarlo en el momento dos se observa que ésta aumenta
considerablemente a 26,7 con una DE: 4,74.
Podemos decir que ambos resultados se encuentran
alejados de la puntuación intermedia del Instrumento
que se halla en 17,5 al constar de 7 láminas con una
puntuación máxima cada una de 5 puntos, haciendo
un total de 35 y que todos han modificado en sentido
negativo su situación en cuanto a su estado funcional,
apareciendo en todos rangos positivos en el test de Wilcoxon,
arrojando una clara significación estadística entre
ambas medias (p< 0,001). (Tabla 6). Del análisis
pormenorizado cabe destacar los siguientes ítems referentes
a distintas dimensiones de la calidad de vida del
anciano: descenso de forma física en un 37% de los casos
en el momento dos, pasando a responder de “moderada”
a “muy ligera” en este ítem. Aclarar que en ninguno
de los dos momentos aparecen residentes que respondan
tener una forma física intensa. Refiriéndonos
a las actividades cotidianas, en general todos refieren tener
más dificultades, destacando que en el momento
uno, un 10% declaraban no tener “ninguna dificultad
en absoluto”, como queda patente en la Fig. 5, mientras
que en el momento dos todos las respuestas oscilan
entre “un poco de dificultad” y “dificultad para todo,
no he podido hacer nada”. Respecto a la lámina de “sentimientos”,
la ansiedad e irritación se hace más presente
en los mayores tras estar institucionalizados, ya que
si en un primer momento responden como “bastante”
un 15,8%, en una segunda medición lo responden un
42,1% del total de mayores estudiados; igual ocurre con
la respuesta de “intensamente” que responden un 21,1%
de los casos frente a ningún caso cuando se les preguntó
por primera vez.
Si relacionamos esta lámina con la variable sociodemográfica
Edad obtenemos que el 37,5% de los mayores
de 80 años puntúan 5 (peor situación de respuesta)
en el momento dos.
Un dato importante que aparece en la dimensión de
realización de actividades sociales con amigos, familia,
22 16
GEROKOMOS 2006; 17 (1): 6-23
Rojas Ocaña, Mª.J.; Toronjo Gómez, A; Rodríguez Ponce, C; Rodríguez Rodríguez, J.B.: AUTONOMÍA
Y ESTADO DE SALUD PERCIBIDA EN ANCIANOS INSTITUCIONALIZADOS
Tabla 6. Rangos de las Láminas
de Coop-Wonca
Wonca M2 – Wonca M1 N
Rangos negativos 0a
Rangos positivos 19b
Empates 0c
Total 19
aWonca M2 < Wonca M1.
bWonca M2 > Wonca M1.
cWonca M2 = Wonca M1.
78,9
10,5
0
0
0
5,3
5,3 26,3
5,3 78,9
57,9
47,4
0 100
84,2
Compras
Comida
Casa
Ropa
Transporte
Dinero
% Ancianos total independencia
tras 18 meses
% Ancianos total independencia
tras adaptación
Teléfono
89,5
Medicación
Fig. 4. Actividades del Índice de Lawton
10,5
0
42,1
15,8
36,8 31,6
10,5
31,6
0
21,1
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
Ninguna en
absoluto
Un poco de
dificultad
Dificultad
moderada
Mucha
dificultad
Toda la
dificultad
% Wonca M1 (tras adaptación): “actividades cotidianas”
% Wonca M2 (tras 18 meses): “actividades cotidianas”
Fig. 5. Wonca: “Actividades Cotidianas”, momentos 1 y 2.
etc., es el deterioro que sufren dichas actividades durante
los 18 meses de ingreso a consecuencia de los problemas
normales de convivencia en un centro ajeno a
su casa y con personas hasta ese momento desconocidas,
un 58% de los sujetos de estudio afirman encontrar
“bastante” limitación para realizarlas, mientras que
sólo 20 días de estar ingresado (período adaptación) esta
afirmación la expresaban sólo un 16%.
Si diferenciamos por sexo se comprueba que son las
mujeres las que presentan mayores limitaciones en sus
actividades sociales, ya que del 100% un 71,4% presentan
“bastante limitación”, medido en el momento
dos. Al cuestionarles sobre los cambios en su estado de
salud, el 79% refería no haber tenido cambios en las últimas
dos semanas durante su período de adaptación;
éste dato disminuía considerablemente hasta el 26,3%
tras estar 18 meses en la institución, decantándose hacia
el apartado “algo peor” o “mucho peor”. En este último
es donde se observan mayor diferencia, cuantificándose
ésta en un 26% de los casos. Cabe reseñar un
dato llamativo que surge tras cruzar en tablas de contingencia
este ítem con la variable sexo: un 87,5% de
las personas que responden encontrarse un poco peor
son hombres. Muy relacionada con la anterior está la
pregunta que se les realiza en la lámina nº 6, donde se
les cuestiona sobre su estado actual de salud. En el momento
uno, ningún residente afirmó que su estado de
salud en general fuera malo; tras permanecer año y medio
de ingreso esta afirmación fue expresada por un
31,6% de los residentes. En la Fig. 6 se observan los
cambios acontecidos en ambos momentos. En cuanto
a la variable sociodemográfica Sexo y su relación con la
lámina que estamos analizando actualmente, se aprecia
cómo al crear una tabla de contingencia con ambas, ésta
arroja unos datos sin duda destacables y dignos de
discusión: el 57,2% de las mujeres expresan que su estado
de salud es malo (peor resultado posible) mientras
que esto mismo, sólo es manifestado por el 16,6% de
los hombres. Asimismo, y tratando de obtener más datos
del análisis, al cruzar esta lámina con la lámina nº 1
referente a la forma física, obtenemos un dato muy llamativo:
el 66,6% de residentes que responden tener una
forma física “muy ligera” respondieron tener un mal estado
de salud. El dato más relevante se encontró en la
lámina referente al dolor durante las últimas dos semanas,
en este sentido se constató que en el momento uno
ningún residente manifestó tener dolor “moderado” o
“intenso”, respondiendo como máximo percibir ligero
dolor; sin embargo en el momento dos casi la mitad de
los residentes (47,4%) respondió tener dolor “moderado
o intenso”.
DISCUSIÓN
Los resultados obtenidos en este trabajo no pretenden
generalizarse a la población anciana institucionalizada
en centros residenciales ya que es necesario asumir
las limitaciones que presenta un tamaño muestral reducido
como el que hemos tenido que asumir. El criterio
de inclusión en el estudio estaba condicionado por
los mayores que ingresaron en la residencia durante el
período previsto para la recogida de los sujetos de estudio.
Este proceso de ingreso institucional no es posible
controlarlo por parte de los investigadores, lo que nos
llevó a tener que asumir el grupo que finalmente se ha
presentado.
Los aspectos organizativos y profesionales hacen que
la persona mayor perciba el centro residencial como una
alternativa de calidad a su domicilio habitual y puede
ser un entorno en el que puede vivir sin sentirse “encorsetado”.
Si nos ubicamos en los centros residenciales
dependientes de la administración pública tipificados
como “centros residenciales para válidos” podemos
decir que los resultados encontrados confirman los datos
encontrados en la literatura, que apuntan a que el
tipo de mayores institucionalizados tienen un perfil so-
17 23
GEROKOMOS 2006; 17 (1): 6-23
Rojas Ocaña, Mª.J.; Toronjo Gómez, A; Rodríguez Ponce, C; Rodríguez Rodríguez, J.B.: AUTONOMÍA
Y ESTADO DE SALUD PERCIBIDA EN ANCIANOS INSTITUCIONALIZADOS
0
47,4
0 0
52,6
31,6
52,6
0 0
15,8
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
Excelente Muy buena Buena Regular Mala
% Wonca M1: “estado de salud”
% Wonca M2: “estado de salud”
Fig. 6. Wonca: “Estado de salud”, momentos 1 y 2.
ciodemográfico similar, resultado de los baremos que
utilizan las administraciones públicas para decidir los
ingresos de los posibles residentes en el centro, encontrándose
en ellas mayores de una media de edad superior
a 75 años (14), mujeres viudas en la mayoría de los
casos, como en el estudio de Martínez, García y Mendoza
(15) y con escasos recursos económicos como es
el caso del trabajo realizado por Gutiérrez y cols. (16).
Referente al nivel de instrucción, encontramos resultados
similares al estudio de Jiménez y cols. (17), en el
que un gran porcentaje de residentes presenta un nivel
de instrucción bajo. En cuanto a la procedencia, los residentes,
en su mayoría, proceden del ámbito urbano,
con un porcentaje más elevado de hombres que de mujeres.
Son hombres que se encuentran solos. Este dato
es curioso si observamos el perfil de los residentes que
están en el centro. Las residencias presentan un perfil
claramente femenino. Las mujeres suponen una mayoría
significativa respecto a los hombres, a pesar de que
los residentes de nuevo ingreso suelen ser en una mayoría
significativa hombres. La posible explicación que
presenta este proceso es lógica. En nuestra zona (Andalucía)
aún sigue siendo un valor social el cuidar de
nuestros mayores, este valor tiene un peso más significativo
en las áreas rurales. En estas zonas la forma de
convivencia es más familiar y la prestación de cuidados
informales por parte de los vecinos o parientes es más
común. Aún en los casos en los que la persona mayor
viva sola, la red de amigos, conocidos, vecinos supone
un soporte de gran valor para el mayor. El sentimiento
de seguridad que le supone ese entorno hace desplazar
la posibilidad de ingresar en un centro. Por otra parte,
la diferencia que se detecta entre los hombres que optan
a los centros respecto a las mujeres también parece
un fenómeno lógico. El rol que tradicionalmente las
mujeres han desempeñado en nuestro entorno social ha
sido el de cuidadoras. Cuidadoras de maridos, hijos y
nietos, así como realización de tareas del hogar. Ha sido
un rol donde las actividades cotidianas de la vida están
totalmente automatizadas y donde, a pesar de las
posibles limitaciones que les pueden provocar procesos
que suelen asociarse al envejecimiento, estos no les invalidan
para seguir haciendo esas tareas de mantenimiento.
Estas mujeres siguen teniendo la condición de
válidas, siguen desempeñando una labor dentro del núcleo
familiar. Al ser una residencia en la que el primer
criterio de ingreso es tener la condición de válidos su
incorporación a este tipo de residencias es menos común
en la mujer, retrasándose su ingreso cuando cambie
su situación de válidas a un tipo de residencia de
asistidos. Este aspecto puede explicar el mayor porcentaje
de hombres en el momento de ingreso, y, posteriormente,
la mayor esperanza de vida de las mujeres,
una vez que están institucionalizadas invierte este porcentaje,
siendo los centros residenciales, significativamente
femeninos. En cuanto al perfil otro aspecto a valorar
es el requisito de voluntariedad para ser ingresado
en el centro.
La normativa de ingreso garantiza que todos los
residentes hayan accedido al centro de forma voluntaria.
Este requisito lleva a matizar varias cuestiones.
De una parte, si la institucionalización es voluntaria,
en teoría, se puede presuponer una cierta
predisposición del mayor a cambiar de entorno y de
motivación para asumir cuestiones que están unidas
a este fenómeno residencial, con lo que en alguna
medida la adaptación en sentido positivo tiene más
posibilidades de darse con éxito, como refleja el trabajo
de Ferrari (18). De otra parte, conviene recordar
que “el ingreso voluntario” en sí es una falacia.
Las circunstancias que en muchas ocasiones acompañan
al mayor (soledad, presiones familiares…) le
llevan inexorablemente a solicitar el ingreso en centros
residenciales. En nuestro estudio el motivo de
ingreso difiere entre no estar a gusto en otras residencias
y el necesitar ayuda para tareas domésticas
(lavado de ropa, compras, etc.) o la percepción de
soledad (19, 20).
En cuanto al objeto de estudio y de una forma generalizada,
los resultados muestran la existencia de una
relación significativa entre la autonomía e independencia
de un anciano y su deterioro debido a la institucionalización,
como refleja ampliamente el estudio
de Leturia (29). Efectos como aumento de trastornos,
agudización del deterioro o disminución de la autoestima.
Incluso se habla de un síndrome específico de
institucionalización caracterizado por síntomas como
la apatía e indiferencia, disminución de las capacida-
24 18
GEROKOMOS 2006; 17 (1): 6-23
Rojas Ocaña, Mª.J.; Toronjo Gómez, A; Rodríguez Ponce, C; Rodríguez Rodríguez, J.B.: AUTONOMÍA
Y ESTADO DE SALUD PERCIBIDA EN ANCIANOS INSTITUCIONALIZADOS
des cognitivas, dificultad para expresar sentimientos,
disminución de su autonomía, etc. (21), así como la
importancia de la percepción del control en la adaptación
al centro y el efecto negativo en la adaptación
cuando se percibe un escaso control personal sobre el
medio (22, 23). El ámbito residencial con su fuerte estructuración
puede propiciar elevados niveles de dependencia,
llevando al anciano recién admitido a que
tienda a ajustar su conducta, al tiempo que adopta una
actitud pasiva ante la baja percepción de control ambiental,
considerando el ingreso en la institución como
una situación estresante (24).
Los cambios que supone la institucionalización, suponen
una privación, no sólo del modo de vida anterior,
sino otras pérdidas significativas, que aumentan su
vulnerabilidad. La persona mayor deja su casa, su hogar,
los objetos significativos de toda una vida. Deja los
vecinos, lugares espacios y tiene que adaptarse a un nuevo
espacio con objetos, personas, rutinas, olores, comidas,
residentes. A todo este impacto se le suma el fenómeno
de la muerte.
Al ser grupos vulnerables, la mortalidad presenta una
prevalencia superior a la del entorno comunitario de
donde procedían. Deben aprender a vivir con la muerte
con más normalidad que otros grupos. Diversas teorías
afirman que las personas aprenden a lo largo de toda
la vida (incluidos los grupos de mayor edad). Esta
capacidad de aprendizaje se convierte en los sujetos en
un recurso indispensable para poder conseguir un proceso
de adaptación con éxito. Sin embargo también es
necesario asumir que en el caso de las personas de edad
avanzada el proceso de adaptación es más difícil y no
siempre se convierte en una meta alcanzada. Aprendemos
a superar situaciones críticas si en el proceso nos
acompaña un soporte emocional potente y se garantiza
el tiempo suficiente para ello. Estos requisitos no se
garantizan en el fenómeno de institucionalización de
los mayores (25).
Refiriéndonos a la capacidad funcional observada
(Índice de Barthel) tras el período de adaptación (20
días de ingreso), comprobamos que es alta. Casi el 40%
respondían ser totalmente independientes, dato explicable
debido a que como criterio principal de ingreso
en la residencia es ser válido y en 20 días no da tiempo
para acusar el deterioro por la institucionalización. Tras
medir de nuevo dicha escala cuando los residentes llevaban
año y medio de ingreso, podemos constatar un
declive en las actividades que incluye dicha escala, respondiendo
un gran porcentaje a una dependencia leve,
situación no acontecida en ningún caso en la medición
anterior (22, 26). Las actividades que han sufrido mayor
deterioro funcional en los residentes encontradas
en el Índice de Barthel son la deambulación y el subir
y bajar escaleras (17). Como explicación plausible cabría
destacar el hecho de que los residentes están en espacios
desconocidos, el centro difiere de su entorno en
características físicas, arquitectónicas y organizativas,
con lo que sólo controlan durante su estancia en la residencia
los espacios comunes obligatorios como el comedor
o la enfermería y la habitación que se le ha asignado.
En cambio, las actividades de autocuidado como
la alimentación es una de las que menos se ve afectada,
incluso tras año y medio de ingreso como demuestran
otros estudios que han medido esta actividad dentro del
Índice de Barthel (27). Es importante recordar que todos
los residentes de estudio presentan la condición de
válidos a su ingreso, y aunque se ha detectado una disminución
de su capacidad funcional, esta actividad junto
con la de arreglo personal son las que ellos consideran
más personales tratando de mantenerlas alejadas del
cuidado externo proporcionado por la propia institución;
la pérdida de esta capacidad les supone un gran
retroceso en su autonomía. A su vez (mediante el Índice
de Lawton) se constata mayor deterioro funcional en
las actividades instrumentales de la vida diaria, dado
que tras dieciocho meses de ingreso en la residencia los
mayores han sufrido un retroceso que traducido numéricamente
supone el pasar de una puntuación máxima
de 6 en la primera medición de dicha escala a 4 en
la segunda, esto se ve refrendado en otro estudio (28),
en el que se observa como tras un año de institucionalización
los mayores de estudio pasan de una puntuación
de 8 (independencia total) a menos de 7 (necesitando
ayuda para alguna actividad). Esto no hace más
que corroborar que la aplicación de este sencillo instrumento
de valoración geriátrica puede llegar a predecir
una pérdida funcional leve, moderada o grave en las
AIVD. En la variable “responsabilidad en la medica-
19 25
GEROKOMOS 2006; 17 (1): 6-23
Rojas Ocaña, Mª.J.; Toronjo Gómez, A; Rodríguez Ponce, C; Rodríguez Rodríguez, J.B.: AUTONOMÍA
Y ESTADO DE SALUD PERCIBIDA EN ANCIANOS INSTITUCIONALIZADOS
ción”, los resultados encontrados hay una clara tendencia
a la dependencia para esta responsabilidad, que anteriormente
tenían en casa cuando no estaban institucionalizados,
en la residencia queda delegada al personal
sanitario (29). Por otra parte, se demuestra, como cabía
esperar, que las actividades relacionadas con el quehacer
diario de una casa como “preparar la comida “ o
“lavar la ropa” estén disminuidas o partieran en un primer
momento de la dependencia; datos que encuentran
su lógica explicación por entrar dentro de las prohibiciones
de la normativa de la institución. Los mayores
tienen que hacer frente cada día a múltiples tareas, lavarse,
vestirse, arreglarse, usar el servicio, salir a la compra,
manejar dinero, hacer las labores domésticas, cuidar,
incluso, de un cónyuge también mayor.
Cuando el mayor entra en la institución no puede
llevar a cabo muchas de estas tareas básicas, con lo que
reduce el ámbito de su acción. Estas pérdidas se pueden
vivir como un proceso conmovedor y doloroso. Comienza
reduciendo el espacio vital, el espacio físico inmediato
que rodea a su habitación. Los teóricos afirman
que este espacio inmediato es la extensión del hogar.
En el caso de las personas mayores, la extensión del
hogar a espacios vecinales públicos es una necesaria vía
de comunicación con los demás (30). Teniendo en cuenta
que partimos de una población con niveles funcionales
previos a la institucionalización muy homogéneos
y justificando que ambos instrumentos tienen demostrada
su utilidad sobradamente en la medición del deterioro
funcional (15, 22, 31, 32), se puede afirmar que
los mayores ingresados en la residencia de estudio han
sufrido un deterioro funcional en las ABVD y en las
AIVD. El ingreso en una institución de un anciano válido
conlleva un aumento en el nivel de dependencia,
no porque el residente no sea capaz de realizarlas, sino
porque al ingresar en un centro deben modificar sus hábitos
por un mecanismo de ajuste de su conducta a la
institución a la vez que pueden adoptar una actitud pasiva
(el simple hecho de “no poder planchar una camisa
nueva” o “no poder calentar un vaso de leche en la
habitación”); que puede crear un efecto generador de
dependencia. El establecimiento de una rutina poco estimulante,
debido a la estructura organizativa de la que
parten los centros y el criterio de calidad basado en los
modelos hosteleros y clínicos impide a los residentes la
realización de actividades rutinarias de autocuidado como
hacer la cama, preparar la comida, limpiar la habitación,
etc. Por otra parte, la expectativa de autonomía
funcional del personal cuidador respecto al mayor es
baja y afecta negativamente al rendimiento de ésta (21).
Mediante las láminas de Coop-Wonca, de igual forma
se han demostrado diferencias en la medición en ambos
momentos (primer momento 20 días; segundo momento:
18 meses desde el ingreso) al medir el estado
funcional de las diferentes dimensiones de calidad de
vida, tales como estado de salud del sujeto, actividades
físicas, sociales. Este cambio podría explicarse como
consecuencia del propio proceso de envejecimiento,
donde la disminución de la capacidad funcional parece
algo obvio, aunque no todas las dimensiones —aspectos
sociales y percepción de salud— se pueden explicar
por el sólo proceso de envejecimiento. Los residentes
estudiados con mayor dificultad para la realización
de actividades físicas son los que peor perciben su
estado de salud (33). Sin duda, la actividad física es un
factor que tiene efecto directo y significativo con la satisfacción.
Según el autor anteriormente citado, realizar
actividades, además de influir positivamente en la
satisfacción de las personas mayores, influye negativamente
sobre la enfermedad, y positivamente sobre la
percepción de la salud. Respecto a las actividades cotidianas,
todos han sufrido un descenso, además de una
disminución en el estado de ánimo como nos indican
las cuestiones relativas a sentimientos como ansiedad,
depresión, tristeza o desánimo. En este sentido hay mucha
literatura que apunta que la institucionalización en
residencias se asocia a factores que pueden favorecer la
aparición de cuadros depresivos (34). El impacto residencial
provoca aislamiento o alejamiento de la que hasta
entonces había sido su red social habitual, esto puede
conducir a desarraigo y esfuerzo de adaptación relevante
(35); además de los cambios significativos en su
estilo de vida con incremento del grado de estrés (36).
Los de mayor edad refieren encontrarse “intensamente”
molestos por los problemas emocionales como soledad
o tristeza tras un año y medio de convivencia fuera
de su hogar (37). En este sentido se pone de manifiesto
la relación entre envejecimiento y apoyo emo-
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Rojas Ocaña, Mª.J.; Toronjo Gómez, A; Rodríguez Ponce, C; Rodríguez Rodríguez, J.B.: AUTONOMÍA
Y ESTADO DE SALUD PERCIBIDA EN ANCIANOS INSTITUCIONALIZADOS
cional. Los sujetos de mayor edad priorizan los aspectos
emocionales por encima de otros aspectos, percibiendo
de una forma más intensa y agresiva la frialdad
de las relaciones institucionales. Las relaciones sociales
dentro de la institución las realizan con más dificultad
las mujeres, llegando incluso a catalogarlas de “Bastante
limitadas”, aunque en general los hombres también
han empeorado en sus relaciones sociales durante el año
y medio de institucionalización (15). Vivir en residencias
disminuye la frecuencia de vínculos en relación a
los otros tipos de hábitat, los vínculos que existen dentro
de ella se ven limitados a compañeros y profesionales
de la residencia. Las relaciones interpersonales juegan
un papel importante tanto entre usuarios de la residencia
como con personas significativas ajenas a la institución,
siendo esto destacable para el correcto ajuste
del entorno residencial (38). Los problemas en la relación
entre usuarios se muestran como uno de los factores
de estrés residencial más importante, por lo que
el trabajo con el entorno social del mayor y el fortalecimiento
de sus lazos sociales constituyen una de las tareas
más prioritarias del equipo técnico residencial. Un
dato que llamó la atención en el análisis de los resultados
fue el hecho que son las mujeres las que perciben
peor su estado de salud, ya que del total de residentes
que contestan que “su salud es mala”, la mayoría son
mujeres (33).
Merece la pena destacar que todos los residentes,
hombres y mujeres, sufrieron un empeoramiento en la
percepción de salud desde el momento uno (20 días del
ingreso) al momento dos (18 meses desde el ingreso);
constatando que el hecho de permanecer ingresado en
una residencia sumado a la pérdida de capacidades funcionales
influyen en el sentirse más o menos sano. A su
vez es significativo como los residentes que califican su
salud general como “mala”, en su gran mayoría presentan
el estado civil de viudos/as (33). Además de la fuente
de estrés que supone el vivir en una residencia (19),
la pérdida de autonomía y la pérdida de un ser querido
como su cónyuge, redunda muy directamente en un incremento
de problemas emocionales (39) y una disminución
del control de su propia salud. Todo esto a la
larga conlleva el deterioro físico y psicológico por falta
de actividad, así como la disminución de destrezas manuales
por desuso. Como autocrítica al trabajo, hay que
tener en cuenta que al ser un investigador ajeno al entorno,
la objetivación de cómo aparecen los indicadores
que corresponden a los aspectos estudiados —autonomía
para las actividades de la vida diaria, percepción
de salud, estado anímico— no es posible recogerlos mediante
otro tipo de instrumentos. Los instrumentos utilizados
son instrumentos que en la mayoría de los casos
han sido autoadministrados, con todo lo que ello
conlleva y además en este tipo de población. La necesidad
del mayor en poner de manifiesto una autoimagen
que no siempre se corresponde con datos objetivos
ha podido aparecer en este estudio. Como ya se ha comentado
el alcance y la generalización de este estudio
queda limitado por las restricciones que impone la utilización
de un diseño donde el tamaño muestral es reducido,
como es nuestro caso (nuevos ingresos en la residencia).
En el futuro, en próximas investigaciones se
podría desarrollar este mismo estudio en la línea de explicar
el efecto que la institucionalización tiene en la
dependencia funcional de las personas mayores, teniendo
en cuenta la necesidad de un análisis con un grupo control,
no institucionalizado, que cumpliera las mismas
características sociodemográficas y funcionales. Finalmente,
cabe señalar que la dependencia de las personas
mayores es un fenómeno, como otros muchos, complejo,
que admite muchas vías de intervención como
las habituales referidas a las prestaciones sociales más
clásicas que tienden a suplir la ausencia de autonomía
en la vida diaria facilitándole servicios y asistencia que
palien tales carencias, sin necesidad de llegar a la institucionalización.
Ni que decir tiene que el uso de instrumentos
estandarizados y validados como son los utilizados
en este estudio para Valoración Geriátrica Integral
nos permiten entre otras muchas cosas detectar de
manera rápida y sencilla el estado del anciano en su globalidad,
monitorizar los cambios que se producen en el
tiempo, mejorar evidentemente la calidad prestada al
anciano en instituciones y clasificarlos en categorías funcionales
que determinan la ubicación ideal del anciano
para la prestación de cuidados y la aplicación de un plan
de actuación del equipo interdisciplinar en los centros.
Pero también se hacen imprescindibles otras intervenciones
cuando las conductas de dependencia son el re-
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sultado de una conformidad con los estereotipos, una
subestimación de los recursos propios, de las contingencias
ambientales o de un ambiente físico no facilitador.
Si se quiere realmente conseguir que las personas
mayores, alcancen la edad avanzada dentro de lo que se
ha venido a denominar la vejez con éxito (40), son necesarias
políticas de prevención, formación, campañas
publicitarias, materiales de apoyo a los cuidadores y
cuantos recursos puedan disponerse para fomentar pautas
de autonomía.
Dentro de una institución, el programa de adaptación
del anciano debería tener como prioridad la adaptación
organizativa del centro a las verdaderas necesidades
de los usuarios, no al revés, implicando en este
proceso siempre a la familia. Para ello sería muy positivo
integrarlos en lo posible en la vida de la residencia,
desmitificando al tiempo el probable preconcepto
negativo que pudieran tener de ellas. Así también sería
conveniente que participaran en la realización de
las actividades domésticas, aun cuando con ello retrasasen
en cierta manera la dinámica de trabajo de la residencia.
Plantear retos accesibles, estimularles a la práctica
de actividades físicas, fomentar los contactos sociales
y familiares... todo en pro de fomentar en todo
momento la autonomía tanto física como psicológica
del anciano.
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Rojas Ocaña, Mª.J.; Toronjo Gómez, A; Rodríguez Ponce, C; Rodríguez Rodríguez, J.B.: AUTONOMÍA
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